EUROPA
PRESS
19 febrero
2019
Los
michelines también están en el ADN
Un nuevo avance del consorcio de
investigación genética de rasgos antropométricos, que incluye a muchos
investigadores de salud pública de la Universidad de Carolina del Norte (UNC)
en Chapel Hill, en Estados Unidos, identifica
múltiples variantes genéticas asociadas con la forma en que el cuerpo regula y
distribuye el tejido graso corporal.
Los nuevos hallazgos amplían la comprensión de cómo los
genes pueden predisponer a ciertos individuos a la obesidad. El 'GIANT Consortium' es una importante colaboración internacional de
más de 275 científicos que busca identificar sitios genéticos que afectan al
tamaño y la forma del cuerpo humano, incluida la altura y las medidas de
obesidad.
La profesora de Epidemiología de la Escuela Gillings de Salud Pública Global de la Universidad de
Carolina del Norte en Chapel Hill Kari
E. North, es autora conjunta del nuevo estudio, "Variantes de codificación
de proteínas implican nuevos genes relacionados con la homeostasis lipídica 1
contribuyendo a la distribución de la grasa corporal", que se publica este
lunes en 'Nature Genetics'.
Otros coautores de la Escuela de Gillings
de la UNC incluyen a la profesora asistente Kristin Young, la profesora asistente Misa Graff
y la profesora postdoctoral Heather Highland, todas en el Departamento de Epidemiología de la
Escuela Gillings de la UNC. Identificar las variantes
genéticas asociadas con la obesidad es fundamental para el desarrollo de
intervenciones dirigidas que puedan reducir el riesgo de enfermedades crónicas,
como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiacas, a las
que la obesidad contribuye de manera significativa.
Los estudios de asociación del genoma identificaron
previamente 49 loci, o posiciones a lo largo de un
cromosoma donde se ubican las variantes genéticas relacionadas, que predisponen
a los individuos a una mayor proporción de cintura-cadera, que es una forma de
evaluar la distribución de la grasa corporal. Los valores más bajos de
cintura-cadera se asocian con una menor incidencia de estas enfermedades.
Vías y genes
influyen en el metabolismo y la regulación del tejido graso
En este estudio, con un enfoque específico en la variación
de la codificación, el equipo encontró 24 loci de
codificación, 15 comunes y nueve raros, a lo largo de los cromosomas de
individuos que predisponen a una relación cintura-cadera más alta. Un análisis
adicional reveló vías y conjuntos de genes que influyeron no solo en el
metabolismo, sino también en la regulación del tejido graso corporal, el
crecimiento óseo y la adiponectina, una hormona que
controla los niveles de glucosa y descompone la grasa.
El equipo también realizó estudios funcionales en otros
organismos e identificó dos genes que se vincularon con un aumento
significativo en los niveles de triglicéridos y la grasa corporal en todas las
especies. "Por primera vez, pudimos examinar, a gran escala, cómo las
variantes poco frecuentes y de baja frecuencia influyen en la distribución de
la grasa corporal, apunta Kari E. North. Estas
variantes son más raras en la población, pero los efectos que tienen en los
individuos son mucho más grandes, posiblemente haciéndolos más relevantes
clínicamente".
Otro hallazgo importante de este estudio es la importancia
del metabolismo de los lípidos para la distribución de la grasa corporal, que
podría conducir a entender mejor cómo la obesidad provoca enfermedades
posteriores como la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular.
"Entender mejor los fundamentos genéticos de la
distribución de la grasa corporal puede llevar a mejores tratamientos para la
obesidad y la cascada de enfermedades derivadas de la obesidad, por ejemplo, la
diabetes tipo 2 y las enfermedades del corazón", concluye North.